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(Los Mártires de Chicago) 

Por el año 1877, la jornada de trabajo en los Estados Unidos llegaba a durar 10, 12 o 14 horas diarias. En Chicago, los trabajadores vivían en peores condiciones que el del resto de Estados, muchos debían trabajar 13 y 14 horas diarias; partían al trabajo a las 4 de la mañana y regresaban a las 7 u 8 de la noche, incluso más tarde, de manera que jamás veían a sus mujeres y a sus hijos a la luz del día. Unos se acostaban en corredores y desvanes, otros en inmundas construcciones semiderruídas donde se hacinaban numerosas familias. Muchos no tenían ni siquiera alojamiento. Los trabajadores recurrían a las huelgas y movilizaciones que eran reprimidas con balas, golpizas, masacre, asesinatos y prisión. 

En 1880, los trabajadores llegaron a conformar la Federación de Sindicatos y Trade Unions, en 1884 ésta organización aprobó una resolución para exigir en todo EE.UU. las ocho horas de trabajo, y el IV Congreso de la American Federation of Labor, estableció el 1 de mayo de 1886 como fecha límite para que la patronal respete la jornada de 8 horas, de lo contrario se declararía la huelga general. Esta exigencia despertó un interés y un apoyo masivo de los trabajadores de EE.UU. al extremo que los sindicatos aumentaban geométricamente sus integrantes.

Los anarquistas de EEUU., inicialmente no apoyaron a los trabajadores, porque consideraban que la lucha por la jornada de las 8 horas, no atacaba de raíz al sistema capitalista, decían que “aunque el sistema de 8 horas se estableciera en esta tardía fecha, los trabajadores asalariados… seguirían siendo los esclavos de sus amos”. Posteriormente ante la participación masiva de los trabajadores, decidieron apoyar el movimiento constituyéndose en parte vital del movimiento junto a la Asociación Internacional del Pueblo Trabajador. El corazón del movimiento estaba en Chicago, y el apoyo iba cada vez en aumento, a la patronal y al gobierno les pareció demasiado amenazador, por ello incrementaron el número de policías y la milicia, dotándolos de poderoso armamento financiado por la patronal.

El primero de mayo de 1886

En 1886 la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, que agrupaba a la mayor parte de los obreros de Chicago, organizó una campaña por las 8 horas de trabajo. Más de medio millón de trabajadores reclamaron en las calles: “¡Ocho horas de trabajo!, ¡ocho horas de reposo!, !ocho horas de recreación!”. El primero de mayo decenas de miles de trabajadores salieron a la calle en diversas ciudades de EE.UU. como Nueva York, Kentucky, Detroit; pero en Chicago, que era el valuarte de la huelga, paró completamente, aunque algunas empresas como la fabrica Mc Cormick, contrataron rompehuelgas. Los periódicos obreros daban cuenta de la situación de miseria de los trabajadores y exigían y reclamaban por sus legítimos derechos. Los empresarios se opusieron. Las reuniones, los mítines y la presión no cesaron durante todo el día y el siguiente. El 3 de mayo, una parte de los huelguistas junto a sus familiares se congregaron frente a la planta Mc Cormick para recriminar la actuación de los rompehuelgas. La patronal recurrió a las fuerzas del “orden” que cargaron contra los manifestantes, reprimiéndolos de la manera más brutal, disparando a los trabajadores, niños, mujeres y ancianos; matando a varios e hiriendo a un gran número. Esto provocó la consternación en todo el movimiento, generando propuestas de levantamiento armado, pero se acordó realizar una reunión amplia y pacifica en algún lugar abierto para evitar ser emboscados, eligiendo Haymarket. La reunión transcurrió sin ningún incidente, al término del evento, la gente se disperso, cuando ya quedaban apenas unos cientos de huelguistas, se presentó al lugar un destacamento de 180 policías fuertemente armados; un oficial ordeno a los huelguistas dispersarse y ellos contestaron que era un mitin legal y pacifico. En ese instante, una bomba colocada por los provocadores pagados por los patrones, estalló dando muerte a policías y obreros, la policía empezó a disparar a mansalva contra los huelguistas llenando de sangre las calles, con centenares los heridos. Este hecho, históricamente conocido como “el atentado de Haymarket”, dio lugar posteriormente al enjuiciamiento de siete obreros, cuya culpabilidad jamás fue probada. Los  “Mártires de Chicago”, como así se denominó a estos obreros, se apellidaban Spies, Parsons, Engel, Fischer, Lingg, Fielden y Schwab,

Los dueños del poder político usando como pretexto el atentado, iniciaron una cacería de brujas en contra principalmente de los anarquistas, clausurando los periódicos, allanando las casas y locales de obreros, los mítines fueron prohibidos en todo EEUU., los medios de comunicación al servicio de la patronal se abalanzaron contra todo signo revolucionario, a los cuatro vientos vociferaban a la horca, al patíbulo, y apuntaron con el dedo acusador sin investigar, sin cuestionar, sin impórtales el mas mínimo ápice de ética periodística, esputando rabiosos a los Mártires de Chicago con bárbaros adjetivos.

LA FARSA DEL JUICIO

El juicio fue manipulado, fue el disfraz de un linchamiento jurídico, se les acusó por complicidad de asesinato, sin probar su participación o relación con el incidente de la bomba, porque la mayoría ya se había retirado, y uno de los dos que estuvieron presentes era el orador en el momento en que la bomba estalló. Formaron el jurado con hombres de negocios incluyendo a un pariente de uno de los policías muertos, violando totalmente el procedimiento normal para la elección del jurado, manipulando, amenazando y sobornando, para que se dieran testimonios ridículos de conspiraciones, no importaba los medios, el fin era declararlos culpables para luego asesinarlos en la horca. Por toda Europa y EE.UU. se desarrollaron movimientos para evitar la ejecución, recurriendo incluso a pedir indulto, pero Fischer, uno de los mártires de Chicago escribió “¿pedir perdón por mis principios por lo que creo justo y bello? ¡Jamás! No soy hipócrita y no puedo intentar que se me perdone por ser anarquista”. Sin embargo el trabajo en pro de su liberación logro que se conmutaran dos de las penas por cadena perpetua.

El suicidio de Luis Lingg

Luis Lingg, decidió quitarse la vida, en un acto que representa la única palabra que le quedaba, la ultima declaración que ofrecía a sus compañeros, a los obreros, antes había hecho una declaración contra el “orden” de miseria, de injusticias y explotación que representaban, “Repito que soy enemigo del «orden» actual, y repito que, con todas mis fuerzas, mientras tenga aliento para respirar, lo combatiré… Los desprecio. Desprecio su orden, sus leyes, su fuerza, y su autoridad. ¡Ahórquenme!”.

La Ejecución

El 11 de noviembre de 1887, Spies, Engel, Parsons y Fischer, fueron llevados a la horca. Emprendieron el camino entonando La Marsellesa Anarquista,  Parson gritó “Que se oiga la voz del pueblo”, y Spies dijo “¡Tiempo llegará en que nuestro silencio será más poderoso que las voces que hoy vosotros estranguláis!”. Más de medio millón de personas asistieron al cortejo fúnebre. Hoy en todos los países del mundo son recordados como símbolo de dignidad de la clase trabajadora, menos en EE.UU., donde se llevó a cabo el asesinato. La reacción mundial fue de indignación. En 1919, en la primera conferencia de la OIT, se propuso la adopción universal de la jornada de ocho horas y la semana de 48 horas. Tras un largo debate, la moción fue finalmente aprobada.

TESTIMONIOS DE LOS HEROES

JORGE ENGEL:

“Así como el agua y el aire son libres para todos, así la tierra y las invenciones de los hombres de ciencia deben ser utilizadas en beneficio de todos. Vuestras leyes están en oposición con la naturaleza y mediante ellas robáis a las masas el derecho a la vida, a la libertad y al bienestar.”

“¿En qué consiste mi crimen? En que he trabajado por el establecimiento de un sistema social donde sea imposible que mientras unos amontonan millones (…), otros crecen en la degradación y la miseria.”

AUGUSTO SPIES:

“¡Mi defensa es vuestra acusación! Las causas de mis supuestos crímenes, ¡Vuestra historia! (…) Ya he expuesto mis ideas. Ellas constituyen una parte de mi mismo y si pensáis que habréis de aniquilar estas ideas, que día a día ganan más y más terreno, (…) si una vez más ustedes imponen la pena de muerte por atreverse a decir la verdad y los reto a mostrarnos cuándo hemos mentido digo, si la muerte es la pena por declarar la verdad, pues (pagaré con orgullo y desafío el alto precio! ¡Llamen al verdugo!”

LUIS LINGG:

“Para nosotros la tendencia del progreso es la del anarquismo, esto es la sociedad libre sin clases ni gobernantes, una sociedad de soberanos, en la que la libertad y la igualdad económica de todos producirían un equilibrio estable con bases y condición del orden natural”

La justicia y el poder político-económico de los Estados Unidos trató de escarmentar a la clase trabajadora y estigmatizar a sus líderes, pero la historia los parió nuevamente y los nombró “Los Mártires de Chicago”.

ORIGEN DEL 1º DE MAYO

            En 1889, en la Reunión Obrera Internacional convocada en Paris, en la que asistieron socialistas y anarquista de varios países, resolvieron organizar “una gran manifestación en fecha fija, de tal manera que simultáneamente en todo los países y en todas las ciudades en el mismo día convenido, los trabajadores pedirán  a las autoridades oficiales la reducción, mediante una ley, de la jornada de trabajo a 8 horas y que se lleven a efecto las demás resoluciones del congreso de París”. La fecha que escogieron fue el 1º de mayo de 1890 para coincidir con el día en que los sindicatos norteamericanos habían resuelto retomar la lucha por las 8 horas y que conmemoraba el inicio de la huelga que terminó con la condena y asesinato de los “mártires de Chicago”. En 1890 con la celebración del primer congreso de la segunda internacional decidieron la celebración del primero de mayo como jornada internacional de los trabajadores. Dos países en América latina celebraron ese año, Argentina y Cuba. De éste modo se originó el día del trabajador.

 
 

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