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Kheswaymara Setiembre 2005

 


     
 

¿CUANTOS KHESWAYMARAS SOMOS?

DESINDIANIZACIÓN

         Como sus padres no pudieron acabarnos a bala, los criollos tratan de acabarnos sin ruido ni sangre.

         Las herramientas cambiaron en 500 años. El propósito sigue siendo asesinar nuestra nación.

         Como no pueden cambiarnos la forma de huesos ni color de piel, ojos, cabellos, nos cambian sentimientos y creencias.

         La desindianización,  principal arma criolla actual, no es viaje desde la Comunidad Agraria hasta la sociedad industrial ni integración al modo europeo de vida.  Menos aprendizaje o crecimiento. Es viaje irremediablemente frustrado. Es mutilación de raíces a cambio de un imposible. Tratar de pertenecer a una raza y cultura diferente es dejar de pertenecer a la propia y quedar suspendido grotescamente en el vacío. Degradar la verdad propia rompe toda posibilidad de crecer con cualquier otra verdad o cultura. El desindianizado es un gusano hueco, vaciado. Listo a tomar cualquier forma, bajo cualquier presión, una y otra vez.

         Las primeras señales de la enfermedad pueden ser difíciles de advertir, un cambio en la marca del cigarro, asilamiento, cierta inquietud, algo parecido a curiosidad, etc.

         La joven india llega a la ciudad. Se vuelve sirvienta “doméstica”. Ve a su patrona, frente al espejo horas pintándose  como mercadería sexual  y alardear debilidades e ignorancias. Con su minúsculo primer sueldo comprará pinturas y tintes. Copiando a la patrona siempre, siempre será su inferior. Aprenderá a ver el trabajo “solo  para los indios y los burros”  y con su silenció negará su nación.

         Las indias feas tienen tiene más afán en vestir la moda, en pintar amarillo su pelo, en quitarse el color de la piel con cremas y polvos. Procurarán vestirse con la “belleza” artificial de las tiendas. Este camino de lo natural a lo falso tiene dirección inequívoca. Conduce hacia la mujer orgullosa por vivir de su sexo con tarifa, dentro o fuera del matrimonio.

         La palabra puta no existe en los idiomas kheswa o aymara. Algunos kheswas peruanos ahora usan pampa warmy (kheswa pampa – llanura, warmy – mujer). No es desprecio ni acusación, es pena por la mujer sola en medio de la llanura, sin la protección de su Comunidad. También la llaman tuta tuta (kheswa tuta – noche) noche dentro de la noche, oculto en la oscuridad.

         Son poquísimas las putas indias en relación a las blancas en Los Andes, irremediablemente son indias invadidas por la moral y religión españolas.

         El blanco nos dice: para dejar de ser vencido y humillado, para ser también conquistador y vencedor sin luchar, sólo necesitas vestir “bien”. Y todos los mercados nos ofrecen  lentes oscuros,  botas de cowboy, chaquetas, chamarras, pantalones y camisas de plástico, relojes vistosos en colores y demás instrumentos de conquista. El enfermo de Los Andes ya tiene su uniforme. Casos extremos ocultan el cabello indio, negro, fuerte y lacio con rizados químicos eléctricos y pinturas, afeitan la frente para estirar la cara y aparentar calvicie blanca. Igual a los negros que planchaban y decoloraban su pelo.

         La moda desorienta a la víctima. Cuando con esfuerzo aprendió a usar chaleco y/o corbata, los ve pasados de moda. Se sentirá compelida a copiar nuevas ropas, cuyos diseños y colores estrafalarios resaltan el ridículo. Cuando aprende el ritual de comer con cucharas, tenedores, cucharillas, servilletas, verá a los amos menos formales, tomando la comida con las manos y chupándose los dedos. Imitándolos temerá revelar su raza.

         El mal empuja dentro de la soledad: La víctima no soporta amigos íntimos: Construye una pared para aislarse detrás  acompañado sólo de sus miedos. Corta toda conversación franca. Podría desgarrar, con o sin intención, las apariencias frágiles y dejar a la luz sus raíces indias.  Aprende a sustituir su cara con una máscara impenetrable y agresiva. No visita a sus padres o lo hace clandestinamente. Se avergüenza porque ellos no lo siguen en la ficción. Cuidándose de la burla de sus amigos los oculta. Escapa de su pueblo volviéndose estudiante sacrificado o militante fanático de un partido criollo. Aprende los vicios blancos. Los hace instrumentos de desgajamiento. Estudia ingles, francés, alemán o ruso en academias o en radio. Le alegra no escuchar jamás  clases radiales de kheswa y aymara.

         El desindianizado es triste y hosco, con todos, indios y criollos. No ama, no puede amar a nadie con alegría porque se odia a si mismo. Cambia el orgullo indio por la vanidad criolla. Se siente incomprendido por sus hermanos menos inválidos. El odio es ácido. No encauzado come tripas.

El mal obliga a comprar miedos, a plazos o al contado, en tiendas o fuera de ella. El enfermo oculta sus ungüentos, cremas, potajes blanqueadores, sus gomas para domar el pelo. Cree saber él solo la causa de su descoloramiento. Sentirá nociva la mirada bronceadora del sol.

Cambiar Apellidos, ocultar madre, padre, hermanos, amigos, vecinos, ropas, piel, pelo, sabiduría propios, indios, inaugura el miedo a ser descubierto. Pensar haber nacido indio por accidente, por defecto, es sentirse tratado injustamente por la vida.

Sufre escuchando diario chistes antindios. No por solidaridad con su raza sino por ver en ellos ataques personales, incisivos y disimulados. Aunque planee su reacción, llegado el momento siempre dudará entre decir o murmurar una respuesta, quedarse callado esperando cambie el tema o reír como estúpido de si mismo. Si no ríe puede ser el único y también denunciarse. En casos avanzados se anticipa al rechazo de los demás burlándose de sí mismo, como alguien se burla de su propia cojera.

Ayuda a prohibir los idiomas aymara y kheswa en las ciudades. Rechaza vestidos indios con más intolerancia que el español mismo. Odia a sus hermanos y hermanas de raza para demostrar que nada tienen en común con ellos. Si apellida Hancko se vuelve Blanco, Quispe es Guisbert o Espejo, si Packzi es Patzi, Mamani es Halcón, de Apaza podrá ser A.Paz. En el cine aplaude y ríe cuando el blanco mata indios como moscas. Encuentra normal y conveniente que los fotógrafos de las ciudades andinas blanqueen todas las fotos, de familia o documentación. … CONTINUARÁ



[1] Transcripción Literal de la obra “TAWAINTISUYU Cinco siglos de Guerra Kheswaymara contra España”, de Ramiro Reynaga WANKAR, paginas 241-244

 
 

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